Llegar a Machu Picchu es una experiencia tan inolvidable
como agotadora. Una vez que pisamos la ciudad sagrada de los Incas comprobamos
que bien valía la pena resistir tantas horas de camino para dejarse deslumbrar
por una de las siete maravillas del mundo moderno pero admitiendo que era
conveniente acatar rigurosamente una serie de consejos indispensables para ahorrase
tiempo, dinero y molestias.
De igual manera se recomienda comprar previamente los
boletos del tren que nos permitirá llegar de forma más cómoda al pueblo de
Machu Picchu, también llamado Aguas Calientes. Sin embargo, dicha comodidad no
nos exime del agotamiento que conlleva casi un día entero de travesia en
distintos medios de transporte. Claro está que existen otras maneras más
intrincadas de llegar que solo son aptas para los más aventureros.
Aunque estemos de vacaciones debemos tener claro que si la
intención es descansar y relajarse, este no es el viaje indicado. Para comenzar,
debemos asumir que madrugar no es una opción, es la única forma de programar
los múltiples trasbordos que exige esta odisea. Si salimos muy temprano de
Lima, en un vuelo que toma aproximadamente una hora 15 minutos, podremos
aprovechar parte de la mañana para conocer el caso histórico de Cusco y
deleitar el paladar con la exquisita gastronomía peruana en uno de los tantos
restaurantes que rodean la plaza de Armas.
También hay que apartar tiempo en Cusco para acudir a la
Dirección de Cultura, donde obtendremos las entradas impresas a Machu Picchu,
las cuales debimos haber comprado previamente en el sitio web de este
organismo. Este proceso nos puede consumir hasta una hora y, si bien es cierto
que estamos empleando el mismo tiempo que perderíamos en comprar directamente
las entradas en ese lugar, no es recomendable correr el riesgo de pagar un
boleto aéreo hasta Cusco y llevarnos la desagradable sorpresa de que se han
agotado los cupos para el día que hemos planificado realizar la visita, ya que
el ingreso a Machu Picchu es limitado y los boletos se venden con horarios
rígidos de ingreso que se deben respetar.
Antes de que comience a caer la tarde es recomendable tomar la van que nos llevará al pueblo de Ollantaytambo, donde se encuentra la estación del tren. Tras dos horas de camino, escoltado por impresionantes cerros nevados, el incontrolable salto en las calles empedradas de Ollantaytambo anuncia que nos aproximamos al próximo transbordo.
El rugido del río Vilcanota nos acompañará durante las dos
horas de trayecto en el tren panorámico que hayamos escogido entre las dos compañías
que operan la ruta, las cuales ofrecen categorías variadas que van desde
vagones de clase turista hasta lujosas cabinas que solo pagarían excéntricas celebridades. Antes de que comience a caer la tarde es recomendable tomar la van que nos llevará al pueblo de Ollantaytambo, donde se encuentra la estación del tren. Tras dos horas de camino, escoltado por impresionantes cerros nevados, el incontrolable salto en las calles empedradas de Ollantaytambo anuncia que nos aproximamos al próximo transbordo.
Una vez llegamos al mágico pueblo de Aguas Calientes, sin
lugar a dudas buscaremos de inmediato el hotel seleccionado para descansar,
postergando la curiosidad de explorar los pintorescos rincones del pequeño
asentamiento erigido al pie de la intimidante montaña sagrada, no sin antes
programar la alarma para interrumpir el sueño muy temprano y emprender el
último tramo de la travesia, el cual también exige tomar previsiones.
Subir al Santuario de Machu Picchu desde Aguas Calientes toma unos 20 minutos en micro buses que salen con regularidad; sin embargo, no hay que dejarse engañar por la rapidez con la que avanza la cola para abordar, ya que el boleto de ida y vuelta debe comprarse previamente en una oficina turística ubicada a un costado, donde la verificación de la tarifa que aplica, entre una larga lista de categorías, hace perder un largo tiempo que no estaba contemplado en nuestra planificación.
Hay que tomar en cuenta que los precios son bastante elevados, considerando que la distancia es muy corta, comparada con los kilómetros que ya hemos recorrido en avión, en van y en tren, y el presupuesto que ya hemos invertido para llegar a este punto. La tarifa normal es de aproximadamente 24 dólares y aplican descuentos variables para niños, tercera edad, nacionales, estudiantes y ciudadanos de la Comunidad Andina. Hay quienes apuestan por el ahorro y eligen subir caminando, bien por economía o por la aventura.
Las vivencias dentro de la ciudadela sagrada de los Incas no merecen descripción, pues dependerá de la motivación que haya tenido cada viajero para emprender esta travesía. Para muchos es una experiencia mística, otros van movidos por su espíritu aventurero, mientras los más vanidosos agotarán las baterías de cuanto dispositivo con cámara tengan para compartir a la brevedad infinidad de selfies en las redes sociales.
Subir al Santuario de Machu Picchu desde Aguas Calientes toma unos 20 minutos en micro buses que salen con regularidad; sin embargo, no hay que dejarse engañar por la rapidez con la que avanza la cola para abordar, ya que el boleto de ida y vuelta debe comprarse previamente en una oficina turística ubicada a un costado, donde la verificación de la tarifa que aplica, entre una larga lista de categorías, hace perder un largo tiempo que no estaba contemplado en nuestra planificación.
Hay que tomar en cuenta que los precios son bastante elevados, considerando que la distancia es muy corta, comparada con los kilómetros que ya hemos recorrido en avión, en van y en tren, y el presupuesto que ya hemos invertido para llegar a este punto. La tarifa normal es de aproximadamente 24 dólares y aplican descuentos variables para niños, tercera edad, nacionales, estudiantes y ciudadanos de la Comunidad Andina. Hay quienes apuestan por el ahorro y eligen subir caminando, bien por economía o por la aventura.
Las vivencias dentro de la ciudadela sagrada de los Incas no merecen descripción, pues dependerá de la motivación que haya tenido cada viajero para emprender esta travesía. Para muchos es una experiencia mística, otros van movidos por su espíritu aventurero, mientras los más vanidosos agotarán las baterías de cuanto dispositivo con cámara tengan para compartir a la brevedad infinidad de selfies en las redes sociales.
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