La Cordillera de Los Andes está llena de tesoros naturales en toda su extensión, desde la Patagonia que comparten Chile y Argentina hasta Venezuela. Recorrerla de Norte a Sur sería una magnifica odisea que tomaría semanas, pero atravesarla de Este a Oeste en su punto más elevado es un viaje de apenas seis horas que no tiene desperdicio.
Desde el terminal terrestre de Santiago de Chile se puede tomar un autobús a Mendoza, Argentina, o viceversa. El camino es un interminable collage de paisajes nevados, túneles naturales y una variedad impresionante de suelos y vegetación.
Aunque resulte más emocionante y atractivo a la vista transitar en medio de la nieve, hay que tomar en cuenta que los vehículos deben reducir notablemente la velocidad porque las ruedas deben usar cadenas, por exigencia de las autoridades de ambos países y en ocasiones se restringe el tránsito por algunas horas hasta despejar el asfalto. También hay que lidiar con un fastidioso proceso migratorio, sobre todo por parte de las autoridades chilenas, que suelen ser más estrictas que las argentinas. Es posible que se pierda más de una hora en largas colas para sellar pasaporte, revisar equipaje y, sobre todo, verificar que no se transporte ningún tipo de alimento. La Gendarmería chilena puede hacerlo sentir como un terrorista si lleva al menos una manzana, la cual será destruida y rociada con un ácido en su presencia.
La recomendación personal es realizar este viaje en verano, durante el día, llevar poco equipaje y disfrutar del paisaje, aunque si decide viajar de noche, al pasar por el punto más elevado de la cordillera podrá ver el cielo forrado de estrellas como no lo volverá a ver en ningún otro lugar.
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